En casa de un cerrajero entró la serpiente un día, y la insensata mordía en una lima de acero. Díjole la lima: "El mal necia; será para ti: ¿cómo has de hacer mella en mí, que hago polvos el metal?". Quien pretende sin razón al más fuerte derribar, no consigue sino dar coces contra el aguijón. Félix María Samaniego |
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